Cap Rocat: fortaleza musical surgida de la roca mallorquina

258

“Llegar a Cap Rocat es como entrar en una especie de escenario operístico. Esas antorchas en la fortaleza nos traen reminiscencias de la Tosca de Puccini o del Otello de Verdi”. Son palabras de Pablo Mielgo, director de la Orquesta Sinfónica Islas Baleares, que describen perfectamente la impresión que ha de sentir cualquier visitante al entrar a este espacio de belleza rotunda y ancestral, horadado en marés, la roca característica de esta zona de Mallorca. Una fortaleza militar transformada en hotel por Antonio Obrador; atalaya privilegiada sobre la bahía de Palma que acoge una excepcional selección de estrellas musicales en el Festival Cap Rocat.

Concierto inaugural del Festival Cap Rocat desde el escenario al aire libre.
Concierto inaugural del Festival Cap Rocat desde el escenario al aire libre.
Jose Urbano

La noche del viernes, calurosa pero algo ventosa, se inició la cuarta edición de este festival con un programa titulado Amor y odio, recordando el centenario de la muerte de Giacomo Puccini. La música del compositor nacido en la localidad italiana de Lucca nos llegó a través de piezas como el dúo del primer acto de Tosca con que se inició el concierto, una ópera cuyo último acto transcurre en lo que fue durante siglos una fortaleza militar, el Castel Sant’Angelo en Roma, por lo que la conexión con el emplazamiento mallorquín parece el más adecuado.

Jonas Kaufmann lució su voz profunda y Sondra Radvanonsky apabulló con sus conocidas cualidades. Ambos compusieron una pareja de lujo para esta página y las posteriores, que llegaron dirigidas por la experta batuta de Marco Armiliato. El maestro italiano aportó la mirada pausada necesaria para lucir las cualidades de estos dos cantantes, sin obviar la tensión dramática que ha de imperar en este repertorio, aportando la experiencia que ha forjado en los grandes teatros de ópera del mundo.

Jonas Kaufmann y Sondra Radvanovsky en el primer concierto del Festival Cap Rocat, en su cuarta edición.
Jonas Kaufmann y Sondra Radvanovsky en el primer concierto del Festival Cap Rocat, en su cuarta edición.
Jose Urbano

Los conciertos al aire libre atraen invitados inesperados, como la chicharra que sintió llegar su momento de gloria y acompañó el bellísimo intermezzo de Cavalleria Rusticana desde algún arbusto. Afortunadamente, cesó en la pieza siguiente, arrullada quizás por el Coro a bocca chiusa de Madama Butterfly, que entonó el Coro Cap Rocat. Esta agrupación vocal se conforma especialmente para el festival y de ella se responsabiliza el maestro Joan Company. En cualquier caso, hay que destacar que la calidad del sonido amplificado fue excelente, teniendo en cuenta los inconvenientes del aire libre, manteniendo el equilibrio entre voces y orquesta.

Brooklyn Tech Support

Kaufmann y Radvanovsky evidenciaron la gran compenetración que han logrado últimamente, tanto en lo musical como en lo escénico. No en vano, han coincidido en alguna excelente grabación, como la de Turandot, de Puccini, música que tuvo gran protagonismo en la velada. El número final de esta ópera, culminación de las cualidades musicales del gran compositor toscano, también cerró el programa de este concierto de manera espectacular. Luego llegaron bises como el eterno Nessun Dorma, con un Kaufmann superior; e In questa Reggia, también de Turandot con una imperial Radvanovsky, para levantar al personal de sus asientos y cerrar la noche.

María Obrador, responsable de la Fundación Madina Mayurqa, dirigiéndose al público.
María Obrador, responsable de la Fundación Madina Mayurqa, dirigiéndose al público.
Jose Urbano

María Obrador se mostraba sonriente tras el concierto, pero tampoco es algo tan significativo porque su talante es siempre afable y positivo. Junto a Antonio, su padre, artífice de la reforma arquitectónica del Hotel Cap Rocat, son las caras visibles de este lugar y los impulsores de este fantástico concentrado de excelencia musical. “El festival es una experiencia que une la música, con la arquitectura única de un Bien de Interés Cultural, todo ello en mitad de un Área Natural Protegida. El conjunto tiene un valor turístico importante que, junto a la gastronomía -los bocados que prepara el chef Victor García son de alta cocina-, genera una experiencia completa, sostenible y sensata, destinada a clientes que demanden estos aspectos”, afirma María.

Hotel Cap Rocat donde tiene lugar el Festival Cap Rocat.
Hotel Cap Rocat donde tiene lugar el Festival Cap Rocat.
Adolfo Ortega

Directora de la Fundación Madina Mayurqa, desde donde se generan proyectos culturales como este festival, María comenta sus objetivos: “Queremos posicionar a Mallorca ofreciendo un complemento al sol y la playa; reconducir el modo de venderse de las islas hacia algo distinto, para seguir siendo competitivos. A la vez, nos gustaría que los artistas internacionales que llegan al festival se convirtieran en nuestros embajadores; que conozcan una Mallorca diferente y luego puedan transmitir esa realidad”, explica.

Cafetería del Hotel Cap Rocat, en lo que antiguamente fue una fortaleza militar.
Cafetería del Hotel Cap Rocat, en lo que antiguamente fue una fortaleza militar.
Cap Rocat

Sonaron algunas escalas en el piano de la cafetería de Cap Rocat, tras el concierto inaugural. Eran las doce de la noche y una señora entró desde la terraza, contrariada porque no eran horas para estar ‘machacando’ a los que tomaban una copa tranquilamente. Era su opinión. “Señora, es Mikhail Pletnev y mañana va a dar un recital aquí mismo”, le advertí aplacándola. No pareció del todo convencida pero regresó a su sillón. Desde allí tocó en alguna ocasión el cristal para intentar disuadir al pianista ruso de su empeño, pero Pletnev continuó ensayando un pasaje de Chopin, ajeno al ambiente de la cafetería y los toques en el cristal. La situación resultó francamente insólita y demostró la capacidad de concentración del ruso. En cualquier caso, los que apuramos nuestras copas de vino esa noche a unos metros del pianista, disfrutamos del privilegio de escuchar a un artista de su talla estudiando el corazón de Chopin.

Sala donde se desarrolló el recital Chopin que Mikhail Pletnev ofreció en el Festival Cap Rocat.
Sala donde se desarrolló el recital Chopin que Mikhail Pletnev ofreció en el Festival Cap Rocat.
Adolfo Ortega

Al día siguiente, Pletnev ofreció uno de los recitales más especiales que uno recuerda, en un antiguo almacén de esta fortaleza, habilitado como sala de conciertos gracias al empeño de Antonio Obrador, manteniendo el techo abovedado horadado de manera rústica, e incorporando una iluminación tenue que dota de magia al conjunto. En él surgió una selección de Nocturnos de Chopin interpretados con deleite, sin dinámicas extremadas, con la naturalidad que emana de un conocimiento profundo de este universo del recogimiento. Tras el descanso, Pletnev firmó una magistral versión de los Preludios, consiguiendo un clima de intimidad que mantuvo a los trescientos espectadores en un silencio encomiable, acentuando así la sensación de asistir a algo verdaderamente singular.

Mikhail Pletnev durante la interpretación de una pieza de Chopin, en el Festival Cap Rocat de 2024.
Mikhail Pletnev durante la interpretación de una pieza de Chopin, en el Festival Cap Rocat de Mallorca.
Jose Urbano

En la misma sala, por la mañana asistimos a una ‘masterclass’ impartida por Sondra Radvanovksy. Se trata de una actividad complementaria que organiza el festival para apoyar a los nuevos cantantes. Laura Orueta, mezzosoprano, y Carmen Larios, soprano de 23 años, integrantes ambas del exclusivo programa formativo Crescendo, del Teatro Real, se mostraban agradecidas tras participar en esta sesión abierta al público. María Obrador nos recordaba que el festival pretende desarrollar, no sólo esta vertiente educativa, sino también alcanzar mayor proyección social. “Nos encantaría hacer un concierto en alguna plaza, de carácter gratuito, para que el festival se abra a la sociedad y los mallorquines lo sientan como algo propio”. Buenos propósitos para ediciones posteriores.

Laura Orueta y Carmen Larios, tras participar en una 'masterclass' en el Hotel Cap Rocat.
Laura Orueta y Carmen Larios, tras participar en una ‘masterclass’ en el Hotel Cap Rocat.
Adolfo Ortega

Hablamos con Pablo Mielgo, director de la Orquesta Sinfónica Islas Baleares, sobre lo que supone este festival y los tópicos del turismo a los que se enfrenta: “Tenemos que luchar contra la idea de que las islas son sol y playa, por un lado, e Ibiza y noche por el otro. En realidad, lo que vemos en la Playa del Arenal es una minoría, porque está circunscrito a cuatro calles, literalmente. Son un par de macrodiscotecas que hacen una publicidad brutal a nivel mundial, pero es una zona pequeñísima. Frente a ello hay toda una oferta cultural en las islas, que nos ha traído esta semana, por ejemplo, a Yuja Wang y a Gustavo Gimeno. Lo que sucede en Cap Rocat está más cerca de la realidad, que Magaluf o el Arenal, pero el turista de borrachera llama mucho la atención”, sentencia.

Lisette Oropesa junto al director de orquesta Pablo Mielgo, en el Festival Cap Rocat.
Lisette Oropesa junto al director de orquesta Pablo Mielgo, en el Festival Cap Rocat.
Adolfo Ortega

En relación a la evolución que podría tomar este festival que dirige Ilias Tzempetonidis en el plano artístico, y a la impronta operística del entorno de Cap Rocat, que animaría a ir más allá de las galas líricas para afrontar una representación escénica, el director madrileño se muestra cauteloso: “Estamos debatiendo si podemos afrontar una ópera porque, desde el punto de vista simbólico o ideológico, sería maravilloso, pero tenemos el hándicap de que no es el escenario ideal para hacer una producción. No podemos confundirnos y ofrecer una mala experiencia”, reconoce con sensatez Pablo Mielgo.

Lisette Oropesa fue la elegida para poner el broche a estas tres jornadas en Cap Rocat, con un concierto en el que incluyó arias de Rossini, Donizetti, Meyerbeer, Massenet, Verdi y Bellini. Comenzó con un aria de Tancredi del primero de ellos, compositor que tanto frecuenta. De hecho, la temporada pasada la vimos en el Teatro Real con otro Rossini, Il turco in Italia. Para el recuerdo del concierto del domingo quedará, por ejemplo, el recitativo y aria de Giulietta, de Capuletos y Montescos, donde demostró sus dotes dramáticas, en unas bellas páginas Vincenzo Bellini donde la trompa solista y el arpa tienen una intervención importante. Pena de compositor, haber muerto tan joven. 

Un programa exigente y generoso finalizó con aires festivos de Les vêpres siciliennes, primera ópera de Verdi en francés. Lisette no sólo domina el francés y el inglés, sino que habla perfectamente español. De hecho, antes de un bis zarzuelero dedicado a la tierra cubana de sus ancestros, desveló que había descubierto recientemente que ¡su tatarabuela había nacido en Mallorca! Todo encaja.

La fortaleza de Cap Rocat está horadada en la roca.
La fortaleza de Cap Rocat está horadada en marés, típica roca sedimentaria de las Baleares.
Adolfo Ortega

Nos despedimos de una experiencia tan encantadora como la vivida en esta edición, destacando las palabras de María Obrador que apuntan al asentamiento del festival: “Con la recaudación de entradas apenas llegamos al 30 o 40% del coste total. De modo que necesitaríamos que el Gobierno Balear, el Consell de Mallorca o el Ayuntamiento se involucraran más. Cada apoyo suma. Afortunadamente, tenemos patronos, espónsores y también algunos donantes de fila cero que, por desgracia, no son nacionales -reconoce con cierto pesar-. Son aficionados internacionales que apuestan por este proyecto”. 

Esperemos que Cap Rocat siga afianzándose y creciendo como referencia entre los festivales internacionales que se celebran en nuestro país. Una pequeña pero valiosa muestra de la excelencia en todos los órdenes, ofrecida casi en formato de esencia, en un emplazamiento cautivador. 

Leave A Reply

Your email address will not be published.