Reacción en cadena: una trama de balas, víctimas y espanto en La Plata

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Reacción en cadena: una trama de balas, víctimas y espanto en La Plata

Alma en una foto junto a su mamá. La nena de 11 años perdió la vida y la mujer terminó herida de bala / web

El Palihue, El Chaperío o El Acople. Se trata de tres denominaciones diferentes para un mismo sector de la Ciudad, con calles de tierra y pocos adelantos urbanos, que desde ayer a la madrugada quedó en estado de shock. Todo por la violenta irrupción de un hombre armado en una humilde vivienda enclavada sobre la calle 120 entre 602 y 603, donde estaban de sobremesa la exmujer, su actual pareja y dos menores de edad. Alma de 11 años y un nene de 5.

Nadie esperaba su presencia en el lugar. Mucho menos imaginar lo que ocurrió después, cuando una serie de acontecimientos concatenados terminó en un río de sangre con dos muertos y un herido.

Las razones que lo llevaron a cortar con esa calma familiar, es materia de investigación, aunque muchos no anduvieron con vueltas: “Vino a hacer quilombo acá, puterío”.

El agresor, del que todavía no está muy en claro su identidad, sería “Mario Carballo o Mario Carabajal o NN Mario”, con domicilio registrado en Lomas de Zamora.

Según las actuaciones a las que tuvo acceso este diario, recién habían terminado de cenar cuando escucharon el ruido de la cadena, con la que aseguran la puerta de entrada. “Escondete que es Mario”, le gritó Laura Beatriz González (36) a su concubino.

Enseguida, la mujer quedó cara a cara con su ex, con el que cruzó un par de palabras hasta que empezaron los balazos. El intruso tenía un revólver calibre 32 con cachas de madera y una riñonera cargada de proyectiles.

La primera en caer fue Alma, la nena de 11 años, con un disparo mortal en la sien derecha.

Justo ahí volvió a aparecer en escena el compañero de la víctima, quien tomó por el cuello al tirador y permitió que González le sujetara las manos.

De dónde sacó fuerzas para hacerlo, nadie sabe, pero cegada por lo que había pasado con la adolescente, logró arrancarle el arma y le pegó un tiro en el centro del pecho, que puso fin a su vida.

Claro que en esa dramática maniobra la mujer recibió cuatro impactos. Uno en cada brazo, otro en una pierna y el último en el tórax, por los que tuvieron que llevarla de urgencia al hospital San Martín.

Al cierre de esta edición, allí permanecía internada, en observación y con pronóstico de una doble cirugía, aunque sin ningún temperamento judicial en su contra.

Es que para la fiscal María Eugenia Di Lorenzo, que tomó intervención en el trágico episodio, se trató de una clara situación de legítima defensa. De manual.

Las fuentes expresaron que, al recorrer la pequeña construcción, casi al lado de la puerta de ingreso, la Policía halló a la menor fallecida, boca arriba.

En una habitación contigua, que hacía las veces de cocina y apenas separada por una cortina de plástico de color verde, se toparon con el hombre -en posición de cúbito dorsal-, de alrededor de 50 años, que tenía un guante en la mano derecha. También había fallecido.

En otro ambiente, donde estaba la habitación con dos camas, una doble plaza y otra individual, apareció el arma homicida.

Respecto del nene de 5 años, el hermanito de Alma, quien se salvó de milagro, quedó a cargo de una tía.

Junto a efectivos del Comando de Patrulla y de la seccional decimosexta, también trabajó el Gabinete Homicidios de la DDI local, que quedó a cargo del relevamiento de las declaraciones testimoniales.

De acuerdo a una versión, que es materia de confirmación por parte de los pesquisas, el hombre que desató la masacre se habría enterado recientemente de que era el padre biológico de Alma.

De todas formas, nadie da por válido ni cierto de que ese haya sido el móvil del ataque.

La hipótesis más firme apunta a sus características conductuales, de una agresividad supina.

La madre de la nena muerta recibió cuatro disparos y será sometida a una doble cirugía

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