
Las cárceles en general, y el penal de La Victoria en particular, son, más que espacios de rehabilitación, centros donde se fraguan crímenes y asaltos que aterrorizan a la población.
Tras determinarse que el asalto a dos apartamentos de una torre en el sector La Esperilla, el director de Prisiones, Roberto Hernández Basilio, reaccionó con candor al declarar que serían prohibidos los celulares en poder de los reclusos.
Hernández Basilio debe saber que el malestar en las prisiones va más allá de los teléfonos móviles, como se evidenció en el centro tecnológico desmantelado en el penal.
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Sin una complicidad y una corrupción que no han sido enfrentadas no es verdad que el recluso Juan Israel Sánchez González (Chichí Prenda), podría dirigir, como se dijo, el asalto en La Esperilla, por el cual se detuvo a José Miguel Olivero Placencio (a) Chiri, Edwin Ariel Cabrera Kelly (a) El Abuelo, y José Alejandro Ogando Serrano (a) Alex y/o El Rompedor.
A propósito de los sucesos en La Victoria no ha de olvidarse la denuncia del asesor penitenciario Roberto Santana en el sentido de que el encargado de seguridad del recinto recibía 7 millones de pesos de bandas criminales que operarían en el centro.