Llega la segunda edición de ‘Atrium Musicae’, un festival que concentra en un fin de semana la excelencia musical en Cáceres, ofreciendo a los aficionados un puñado de conciertos y recitales seleccionados cuidadosamente por Antonio Moral, director artístico del evento. En esta ocasión, todo girará alrededor de una figura aglutinadora, la excepcional pianista Elisabeth Leonskaja (Tiflis, 1945), quien intervendrá en tres de los seis conciertos de los que consta este magnífico paisaje musical que se extenderá durante cuatro días en tierras extremeñas. Esta iniciativa viene auspiciada por la Fundación Atrio Cáceres.
Los escenarios donde se desarrollan los conciertos son también cuatro: Auditorio de Cáceres, Gran Teatro de Cáceres, la Concatedral de Santa María y el Museo Vostell Malpartida. El festival comenzó ayer con la interpretación de dos obras de carácter solemne como el Requiem de Mozart y la Música para el funeral de la Reina Mary, de Henry Purcell, que se ofrecieron en el primero de los espacios citados, el Auditorio de Cáceres, con la Orquesta de Extremadura, dirigida por Andrés Salado. El carácter fúnebre de ambas obras no desanimará al público para seguir el resto de conciertos programados.
Será el viernes 9 de febrero por la tarde cuando aparezca Elizabeth Leonskaja para regalarnos un programa que reúne las últimas sonatas para piano compuestas por Beethoven, en el Gran Teatro de Cáceres. Leonskaja suele acometer retos semejantes en un esfuerzo titánico ante los que no suele arredrarse esta mujer georgiana que aúna sensibilidad y robustez. Las opus 109, 110 y 111 de Beethoven serán las cimas que corone Leonskaja, en lo que se augura una noche magnífica.
Pero aquel no será más que el primer y suculento plato de un menú que Leonskaja trazará de viernes a domingo, con el concierto del sábado por la tarde como segunda parada, también en el Gran Teatro de Cáceres. El símil gastronómico no es gratuito, como veremos más adelante. En este concierto, la figura de Franz Schubert resplandecerá en su faceta de inigualable compositor de lieder, ya que se ofrecerán canciones basadas en textos de Goethe. El pianista Julius Drake acompañará a los jóvenes cantantes Katja Maderer y Jonas Müller, mientras que Leonskaja intervendrá como solista y a dúo con Drake. Será una ‘Schubertiada’ en toda regla, es decir, una celebración del genio vienés.
De la generosidad de Leonskaja me gustaría dar cuenta aquí, rememorando un recital que ofreció en Madrid en mayo de 2010, precisamente con Schubert como protagonista. En aquella ocasión interpretó las tres últimas sonatas de este compositor, alcanzando unas cotas de lírica desolación acongojantes en la D960. Tras más de dos horas y cuarto de recital con obras de tal envergadura, ofreció un Impromptu de propina, pero al calor de las ovaciones se embarcó en un último bis que nos dejó a todos estupefactos. Nada menos que la Fantasía Wanderer, con sus más de veinte minutos de duración, ofreció esta gran señora sin despeinarse. ¡Ahí quedó eso para el recuerdo!
Dos excursiones musicales se cruzarán en el viaje propuesto por Leonskaja, y la primera de ellas se desarrollará la mañana del sábado, con un concierto en la Concatedral de Cáceres, donde servirá como fondo privilegiado su impresionante Retablo Mayor del siglo XVI, muestra del más excelso Renacimiento Español. Manuel Blanco, trompetista de ensueño, y Daniel Oyarzabal, seguro de vida frente a cualquier órgano, aportarán su joven maestría para trasladarnos un variado cóctel de compositores, desde Scarlatti a Mendelssohn.
La otra excursión no será metafórica, porque nos desplazaremos hasta la población de Malpartida, a 14 kilómetros de la capital cacereña, para disfrutar de las Variaciones Goldberg interpretadas al clave por Diego Ares, quien ya tiene la obra de Bach registrada en el prestigioso sello Harmonía Mundi. Será en el Museo Vostell Malpartida, encajado entre moles de granito en un paraje natural de gran potencia visual, donde se albergan diversas colecciones de arte contemporáneo y una buena flota de automóviles de capricho que se han metamorfoseado con creaciones de lo más atrevido, frente a los que la música barroca planteará reflejos y confluencias.
Llegado a este punto es necesario reparar en que todo esto es posible gracias a la contribución de la Fundación Atrio Cáceres, una aventura emprendida por José Polo y Toño Pérez, almas gemelas que gobiernan el prestigioso y refulgente Restaurante Atrio, gracias a sus tres estrellas Michelín. En 1986 adquirieron un local en el centro de Cáceres que se alquilaba por 60.000 pesetas para dedicarse a la restauración, y así hasta ahora.
“La Fundación nace con la vocación de asumir y gestionar en el futuro aquello que hayamos podido crear en nuestro paso por Cáceres -afirma José Polo -. Con los ojos puestos principalmente en la rehabilitación del Patrimonio, la Cultura y la Formación. No somos ni más ni menos que el deseo de devolver a la sociedad un poquito de lo que nos ha dado en lo que siempre hemos querido considerar un proyecto de vida”. Así se manifiesta y ese es su brillante propósito.
El recorrido musical finalizará el domingo, de nuevo en el Gran Teatro de Cáceres, donde se desplegará lo que ha venido a denominarse Tríptico Schumann. Leonskaja contará con el apoyo del Cuarteto Kandinsky, fundado en 2020, con el que nos asomaremos al año 1838, cuando un inquieto Robert Schumann sintió que el piano le estaba resultando demasiado restringido y se propuso explorar las posibilidades del cuarteto de cuerda. Se aplicó a ello con el frenético impulso creador que le caracterizó, volcando su mirada más en las composiciones de Mendelssohn que en las de Beethoven.
De ahí surgieron los Tres cuartetos opus 41, de entre los que podremos escuchar el primero de ellos. Leonskaja nos brindará los grandiosos Estudios Sinfónicos, para después finalizar conjuntamente esta edición de ‘Atrium Musicae 2024’ con el espléndido Quinteto para piano y cuerdas opus 44. Un broche de oro para abandonar este atrio extremeño.
Un marco histórico con la enjundia cultural de Cáceres parece el más adecuado para celebrar este paseo musical. No olvidemos que fue nombrada ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco nada menos que en el 1986, el mismo año en que comenzaba la aventura que desembocaría en la Fundación Atrio. No consta que Polo y Pérez tuvieran nada que ver en la designación, pero si se lo hubieran propuesto sin duda lo habrían logrado. Una ciudad que parece aferrada al pasado, con su inmaculado casco histórico, pero a la vez mira hacia la vanguardia artística a través de ejemplos como el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, con el sello arquitectónico de Tuñón. Pasado y futuro como escenario para esta segunda edición de ‘Atrium Musicae 2024’ que seguro estará a la altura excepcional que le rodea.