Además de lamentarse por la ola de protestas que ya han cobrado varias vidas en Haití, República Dominicana no tiene otra opción que fortalecer la seguridad para evitar que la convulsión repercuta en esta parte de la isla.
La solución a la crisis haitiana, que se ha agravado con las movilizaciones contra el Gobierno lideradas por el exconvicto de narcotráfico Guy Philippe, no está en las manos de las autoridades dominicanas, sino de la comunidad internacional.
Consciente de su debilidad para combatir las pandillas, establecer el orden y garantizar la seguridad ciudadana el presidente Ariel Henry ha reclamado la intervención de tropas extranjeras.
Henry se ha convertido precisamente en el blanco de las violentas protestas que han convertido a la nación en una suerte de “sálvese quien pueda”.
Al cumplirse la fecha en que el gobernante debe dejar el cargo las movilizaciones en su contra se propagaron como reguero de pólvora por el desértico y empobrecido país.
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La convulsión, que tornan más precarias e inseguras las condiciones de vida, constituyen un dramático llamado a la comunidad internacional sobre la crisis en el país.
