NACIONES UNIDAS.- El mundo «está entrando en la era del caos», alertó este jueves el secretario general de la ONU, António Guterres, al presentar ante la Asamblea General sus prioridades de trabajo para 2024.
Guterres describió el mundo actual como «una peligrosa e impredecible ley de la selva (donde reina) la total impunidad», con amenazas como una crisis climática desbocada, una inteligencia artificial sin regulación, unas instituciones internacionales no representativas y unas desigualdades cada vez más agudas.
DOS URGENCIAS
Recordó que este año la mitad de la humanidad irá a elecciones en un momento en que «cada vez más gente está perdiendo confianza en las instituciones y fé en el proceso político».
UN ENCUENTRO DE CONFLICTOS MORTÍFEROS
Guterres recordó que los conflictos armados en el mundo tienen «atrapados a millones de personas para las que la vida es un infierno diario y mortal», ya sea para los que mueren como para los que huyen de la violencia.
Citó, por este orden, a Gaza, «una herida gangrenada en nuestra conciencia colectiva»; Ucrania; el Sahel; el Cuerno de África; Libia; República Democrática del Congo; Yemen; Birmania, Haití y los Balcanes.
En todos esos lugares hay Gobiernos que «ignoran y socavan los fundamentos mismos del multilateralismo con cero rendición de cuentas», mientras que el Consejo de Seguridad -máximo órgano de la ONU- se encuentra atenazado por las divisiones.
Además, en todo el mundo se profundizan las divisiones causadas por los discursos de odio, la discriminación, los extremismos y los atropellos a los derechos humanos, que derivan en autoritarismo, islamofobia o antisemitismo, además de machismo y violencia de género.
POBREZA CONTRA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Recordó además que los países en desarrollo están viviendo el lustro más amargo desde hace treinta años, muchos de ellos «afrontando una deuda impagable y en niveles récord».
Un dato especialmente dramático lo ilustra: los países más pobres del mundo deberá al final del año más dinero en su deuda externa que lo que gastan conjuntamente en sanidad, salud e infraestructuras.
Mientras tanto, la Inteligencia Artificial (IA) evoluciona a toda velocidad, pero «se está concentrando en unas pocas compañías, y aún en menos países», cuando lo cierto es que «la tecnología debería reducir las desigualdades» y no reproducirlas.
Por esa razón, abogó por que la comunidad internacional se mueva rápido y de forma creativa para propiciar unos mínimos éticos y sistemas de protección que garanticen la transparencia y que la IA «queda bajo control humano».