Marc Gasol se retira (Barcelona, 1985). Otra leyenda que dice adiós al baloncesto tras una carrera de leyenda. De descubrir fronteras con las que muy pocos se atrevieron a soñar. Lo resume a la perfección esa magistral obra de comunicación “¿Ahora qué?” con la que emplazó a todo el mundo a esa decisión que tomó en la Ciudad Condal.
Allí Marc, en su rol de presidente, se sienta en un despacho. Detrás, descansando, están dos coronas: la Larry O’Brien, de campeón de la NBA, y el Trofeo Naismith, el Mundial de baloncesto. Las dos son suyas.
Resume, en cierta manera, lo que fue Marc: un ganador. Su rol era el de pívot moderno antes del aterrizaje de los pívots modernos (Nikola Jokic). Excelente pasador, visión de base, rango ilimitado y un defensor de primera en la NBA. Capaz de liderar desde su consolidación en la liga y entendiendo cómo dar el paso a copar focos cuando lo demandaba la situación.
El galáctico 2019
Nada de Marc será parecido a lo que vivió en 2019, un año que le hizo tomar una posición estelar. Ganó el anillo de campeón de la NBA con los Toronto Raptors, un proyecto maduro al que entró para aportar defensa y una estrella más en un equipo que lideraba Kawhi Leonard. “Vino en el ‘trade deadline’. Es fantástico, habíamos jugado contra él y pudimos ser compañeros. Muy inteligente, buen IQ, buen tiro… y un buen tío”, confesó el MVP de aquellas finales ante los Golden State Warriors. Marc firmó 12 puntos, 7,3 rebotes y 2,7 asistencias. Cerrando con 20 puntos la serie. “Estoy emocionado. Todos ayudamos para conseguirlo. No significa que lo ganarás, pero la mentalidad, voluntad y cuerpo técnico estábamos con mentalidad ganadora”, contó en aquellos días de verano. Tenía bajo el brazo el Larry O’Brien.
Fue fantástico […] Muy inteligente, buen IQ, buen tiro… y un buen tío
Después fue al Mundial de China, con una España en la que su hermano no estaba. Le tocó liderar y lideró junto a Ricky Rubio, su amigo y otro protagonista actual. Ya había ganado el título mundial de 2006 y en el camino al trofeo en el Wukesong estableció grandes registros de 14,4 puntos, 5,5 rebotes, 4,1 asistencias, 1,1 tapones y 16,9 créditos de valoración. Solo Ricky, el MVP, logró mejores números (17,5). Llevó a la selección al éxito y los 29 puntos -de 33 totales- en la segunda parte de la semifinal ante Australia fueron leyenda. Era campeón del mundo. El Naismith era suyo. Solo Lamar Odom, un personaje radicalmente diferente a Marc, había conseguido en 2010 esos dos títulos (Lakers ante Celtcs y Estados Unidos a Serbia).
En la historia
Marc se va estando en la historia. Al lado de su hermano, Pau. Por él emprendió una primera aventura en los Estados Unidos, después regresaría al Barça -y logró el título de la ACB en 2004-, y reventó los pronósticos en el Akasvayu Girona. Jugador más valorado (27,8), máximo reboteador, líder en porcentajes de dos, el que más faltas recibía… en una magnifica 2007-08. Y en la NBA rugió como nunca.
Fue tomando protagonismo en los Memphis Grizzlies, el primer lugar de su hermano. Junto a una generación de más trabajadores jugadores que talentos (Mike Conley, Tony Allen, Zach Randolph) se convirtieron en un equipo guerrero del Oeste. No logró el anillo, aunque cuando lo consiguió con Toronto se acordó de ellos. “Están aquí conmigo ellos”, confesó. “Fue todo en la ciudad. La dureza, la ética de trabajo, obrero. Todo lo que es la ciudad, es Marc. Un tipo discreto, alguien que no quiere estar en el centro de atención”, relató Conley sobre su pívot.
Marc era todo lo que era la ciudad de Memphis
Pero también tuvo un culmen icónico, cuatro años antes del anillo. Corría febrero de 2015 y Marc, junto a su hermano Pau, hizo historia. Protagonizaron, tras ser los jugadores más votados, el salto inicial del All-Star Game en la ‘Mecca’, el Madison Square Garden. Presentados como estrella de cine, pisaron el centro de la pista y se abrazaron. La bola hacia el cielo se la llevó Pau tras un pique entre hermanos de lo más normal. A Marc le inundó la sonrisa… por muchos motivos. “Es el primer partido de mi hija de cinco meses”, confesó. Tiempo después se convirtieron en los únicos hermanos campeones.
El palmarés no se quedó ahí. También, en la 2012-13, recibió su premio individual: el Defensor del año. Con polémica, pues LeBron James insistía en que era suyo. “Le quiero… pero tiene mi premio en su casa”, contó el ‘Rey’. Aunque Marc dio argumentos sobrados. 1,7 tapones y un robo por noche, el segundo equipo (96,6 puntos por 100 posesiones) que menos encajaba y con una eficiencia defensiva del 95,4 cuando Marc pisaba cancha.
Generación de oro
Los éxitos cruzando el charco, también fueron éxitos con España. Quizá nada se compare, por escenario, a las peleas con los Estados Unidos en las finales olímpicas de 2008 y 2012. Una fue la mejor final de la historia, en la que Marc aportó 11 puntos. La otra, destrozada por un LeBron James supersónico, más competida si cabe por España. El mediano de la saga llegó a cerrar la brecha a seis puntos en los últimos segundos, aunque se impusieron las barras y estrellas.
En 2019 quizá cambió esa historia, al ser campeón mundial. El mejor paso de un baile cerrado tras los Juegos de Tokio 2021. En los que ejemplificó, de alguna forma similar a la actual, que era tiempo de los que vengan por detrás para continuar con el legado. “Es el momento de bajar de la atracción a la que hemos subido hace muchos años. Hemos tenido una gran suerte, pero es el momento de dejar a la nueva generación que se suba, disfrute y tenga su propia experiencia”, explicó. Había sido todo.
Un tipo normal
Marc lo fue. Aunque nunca dejó de ser ‘un tipo normal’. Comprometido con causas sociales, sencillo y con sentimiento de pertenencia. Así se entendió que decidiese cerrar su carrera en el equipo de su vida, Bàsquet Girona. Era una estrella y fue héroe del ascenso ante Estudiantes en 2022. Era su sueño y terminó de completarlo en Liga Endesa, donde dice adiós.
Comprometido con los desfavorecidos, colaborando en el rescate de inmigrantes en el Mediterráneo, colaborando mano con mano en la Gasol Foundation que lucha contra la obesidad infantil. Marc fue todo sobre la cancha y una buena persona fuera. El baloncesto le dice adiós. Para siempre una leyenda.