Todo empezó en 2005 en un hotel de Nuevo Vallarta, en el estado mexicano de Nayarit. Andrés Manuel López Obrador era el candidato del Partido de la Revolución Democrática. Esas elecciones las perdió y no llegaría al poder hasta 2018. En ese momento, un grupo de agentes antidrogas de Estados Unidos ya tenía los detalles de esa reunión que ocurrió años atrás, y que sería el punto de partida para determinar que el Cártel de Sinaloa aportara unos dos millones de dólares a la campaña presidencial del ahora mandatario.
“Según más de una docena de entrevistas con funcionarios estadounidenses y mexicanos y documentos gubernamentales revisados por ProPublica, el dinero fue proporcionado a asesores de campaña en 2006 a cambio de la promesa de que una administración de López Obrador facilitaría las operaciones criminales de los traficantes”, describe ProPublica, que ha revisado y publicado los detalles de la llamada operación Polanco, a cargo de la Administración de Control de Drogas (DEA) en Estados Unidos.
Sin embargo, la investigación no determinó si el presidente mexicano estaba informado de las presuntas donaciones de los traficantes ni si intentó tomar medidas al respecto. “Los funcionarios dijeron que la investigación, que se basó en la amplia cooperación de un exagente de campaña y un informante clave sobre drogas, sí produjo evidencia de que uno de los colaboradores más cercanos de López Obrador había aceptado el acuerdo propuesto”, continúa el artículo.
El colaborador es Nicolás Mollinedo, uno de los más cercanos colaboradores del presidente y su antiguo chofer cuando era jefe del Gobierno capitalino. Para llegar a esta información, los agentes de la DEA consiguieron una fuente interna después de que el exagente de campaña fuera arrestado en 2010 por cargos relacionados con las drogas. Para evitar la prisión federal, el agente dio una descripción detallada de las donaciones en efectivo de los traficantes, y grabó conversaciones con Mollinedo, quien dejó de trabajar con el mandatario en 2012.
“Junto con las declaraciones juradas de otros testigos, las conversaciones grabadas indicaron que Mollinedo estaba al tanto e involucrado en las donaciones de una de las mafias de la droga más grandes del país, dijeron funcionarios actuales y anteriores familiarizados con el caso”, señala el texto de ProPublica.
Además de su antiguo chofer, Mauricio Soto Caballero, actualmente miembro del partido del presidente, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) habría formado parte de la trama para canalizar el dinero del Cártel de Sinaloa. El tercer involucrado en la trama fue el empresario dueño de minas de mármol Francisco León García, alias Pancho León, quien fue candidato a senador por el PRD en el estado de Coahuila en 2006. También se ha señalado en la investigación al empresario Emilio Dipp Jones, quien estuvo presente en el encuentro en el que se acordó el presunto acuerdo entre el grupo de narcotraficantes y el equipo de campaña del ahora presidente de México.
Por parte del Cartel de Sinaloa, el principal responsable de hacer las negociaciones fue el narcotraficante Edgar Valdez Villarreal, alias la Barbie, uno de los principales socios del capo Arturo Beltrán Leyva. Roberto Acosta Islas, alias el R, era el encargado financiero, y Roberto López Nájera, operador de los Beltrán Leyva, responsable del pago de sobornos del grupo a las autoridades en México.
La confianza, en peligro
En Estados Unidos, los vínculos que se denuncian entre el narcotráfico y el político mexicano han mostrado un escepticismo hacia el entonces candidato a la presidencia y a su compromiso para enfrentar al narcotráfico. “La corrupción es una parte tan importante del tejido del narcotráfico en México que no hay forma de perseguir a los narcotraficantes sin perseguir a los políticos, militares y policías que los apoyan”, dijo Raymond Donovan, antiguo jefe de operaciones de la DEA, a ProPublica.
Las revelaciones sobre la operación Polanco llegaron antes de que Andrés Manuel López Obrador se convirtiera en presidente y formaron parte de los esfuerzos de la DEA por luchar contra las mafias en México en colaboración con las autoridades mexicanas. Sin embargo, según apunta ProPublica, la poca voluntad de López Obrador quedó expuesta poco después de que llegara al poder.
“Primero, dejó de lado a los equipos de comando mexicanos que habían sido el socio más confiable de las agencias de inteligencia y aplicación de la ley estadounidenses. Luego cerró una unidad de policía federal que la DEA había entrenado y examinado para trabajar con los estadounidenses en grandes casos de drogas”, sostiene la investigación.
Todo empezó en 2005 en un hotel de Nuevo Vallarta, en el estado mexicano de Nayarit. Andrés Manuel López Obrador era el candidato del Partido de la Revolución Democrática. Esas elecciones las perdió y no llegaría al poder hasta 2018. En ese momento, un grupo de agentes antidrogas de Estados Unidos ya tenía los detalles de esa reunión que ocurrió años atrás, y que sería el punto de partida para determinar que el Cártel de Sinaloa aportara unos dos millones de dólares a la campaña presidencial del ahora mandatario.