Chat jejeje
Ni los políticos, ni los herederos, ni los amigos viejos y nuevos hemos estado a la altura
Llovía a mares la noche que entré en la casa del Nobel. Llevaba el sombrero empapado y mi amigo Lostalé, que quería refugiarse y escurrir la gabardina, insistió en presentarme a Vicente Aleixandre. Aquel ser afable, muy mayor, que leía con las escuálidas piernas …
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