La egregia figura de Juan Pablo Duarte ha resistido todos los escarnios contra la acrisolada memoria histórica del prócer, como diamante inmune al fangal en el que en vano se intenta hundir su brillo y valía, expresado en el ardiente saludo que le dispensó el arzobispo Porte: “¡salve, padre de la Patria!”.
Al conmemorarse el 211 aniversario del nacimiento del fundador de la república, propicia es la ocasión para que los dominicanos abreven en su pensamiento patriota y nacionalista y en su excelsa obra aun no completada de erigir una nación libre y soberana sostenida en la justicia y la equidad.
No olvidéis que Duarte concibió su obra redentora siendo aún un imberbe, objetivo que consolidó en sus periplos por Estados Unidos y Europa, donde asumió y asimiló la médula del pensamiento liberal, convencido de que “vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor”.
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Sin menoscabo de otros adalides de la lucha por la independencia en América, la empresa duartiana tiene el mérito de que se escenificó en un territorio insular con poco más de 200 mil habitantes, la mayoría en situación de pobreza, subyugados por un gentilicio vecino que 18 años atrás se había liberado de la cruenta esclavitud.
No hubo en la América colonial otra iniciativa libertaria como la Sociedad Secreta la Trinitaria, novedoso instrumento político diseñado por Duarte para emprender el proyecto de separación de Haití y la proclamación de la República, lo mismo que La Filantrópica, efectiva herramienta de promoción de la Independencia.
Duarte es el auténtico fundador de la república, motivo de inmenso orgullo del gentilicio nacional, cuyo pensamiento y obra sostienen y alientan el inquebrantable compromiso de todo un pueblo de custodiar y defender la soberanía y la independencia, logros heredados de su fervor patriótico.
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Gobernantes y gobernados tienen en el padre de la nacionalidad el gran motivo para promover la unidad en la diversidad, consolidar la institucionalidad, promover un auténtico Estado social de derecho, basado en la libertad, justicia y equidad.