El efecto Katsikaris funcionó. El Bàsquet Girona rompió su mala racha y venció al Granada tras siete jornadas perdiendo. El técnico griego, que llegó a mediados de semana para sustituir a Salva Camps, llegó y besó el santo en Fontajau. Los locales remataron el partido cuajando un gran tercer cuarto (26 a 9) y desquiciaron a un Granada que se vio demasiado condicionado por las faltas de Joe Thomason, un pobre porcentaje de triples (23%) y las pérdidas (15).
Partido clave para la permanencia. El debut de Fotis Katsikaris al frente del banquillo catalán no comenzó con el inicio deseado: un parcial de 2 a 7 impulsado por Joe Thomasson le daba la primera ventaja del partido a los visitantes. Ike Iroegbu reanimó a la afición tras una entrada a canasta que volvía a meter a sus compañeros en el partido y un triple de Èric Vila adelantaba al Girona por primera vez (17-15).
El juego perdió intensidad, los granadinos no aprovechaban las segundas oportunidades generadas por el dominio del rebote y seguían a remolque del Girona. Tras muchos minutos de incertidumbre en ataque, un triple de Yves Pons oxigenó a los locales. La entrada de Susinskas dio más opciones al equipo de Katsikaris y Quino Colom estiró el marcador para colocar la máxima ventaja (+11). Cristiano Felicio y Joe Thomason reaccionaron y recortaron distancias al llegar al descanso (35-32).
El Girona apabulló a sus rivales en el tercer cuarto. El equipo aprovechó las pérdidas para hundir y se impulsó en el marcador con un parcial de 10 a 2 (+12) que obligó a Pablo Pin a frenar la hemorragia. Los catalanes ganaban confianza a medida que veían recompensados sus esfuerzos con acierto y los problemas se acumulaban en el Granada, que presenciaba como Thomasson tenía que sentarse al banquillo cargado con cuatro faltas y además su equipo se complicaba la vida entrando en bonus tras una técnica pitada a Pere Tomás. Èric Vila metía el dedo en la llaga con un triple que colocaba la máxima diferencia (+18) y dejaba noqueado al equipo visitante.
Con una renta de veinte puntos y con los contrincantes con la soga en el cuello, a los locales les valía con estar concentrados para sellar la victoria. Los tres triples de David Kramer en el último parcial maquillaron el resultado. Sonó la bocina y el banquillo del Bàsquet Girona volvía a sonreír tras poner fin a una mala racha de siete derrotas.