Cristianismo sin compasión — El Nacional

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La reciente instrucción general presentada por la procuradora general de la República, Miriam Germán, fundamentada en las 100 Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Condición de Vulnerabilidad aprobadas en la XIV Cumbre Judicial Iberoamericana por la Comisión Internacional de Juristas en Brasilia en marzo de 2008, ha generado reacciones a comentar.

Las expresiones vistas y oídas son verdaderamente alarmantes porque nos muestran una práctica dicotómica y doble moral de la religión en manifestaciones de verdadero odio homofóbico, sexista, racista, xenófobo, misógino, etc., que es preocupante en la construcción de una nación donde prime el respeto.

Un cristianismo que no se centre en el amor condicional al prójimo, en la compasión, la solidaridad, la fraternidad, el perdón, ¿es posible? ¿No es una perversión del pensamiento cristiano asentado en “amar al prójimo como a uno mismo”? ¿Cómo encajar las reacciones mostradas por líderes de religiones cristianas, personajes de la política “profundamente creyentes” y hasta un obispo católico?.

Confunde esa derecha cristiana o religiosa que se coaliga históricamente con posiciones sociales tan conservadoras como injustas alegando su fe como fundacional de naciones, una situación preocupante por el enfoque fundamentalista practicado a partir del discurso de odio que, categoriza a las personas que no responden a sus intereses, como atípicas, extrañas, anormales, delincuentes, enfermas, etc. Y como bien dice el teólogo español Juan José Tamayo, «Las personas odiadas dejan de percibirse como individuos concretos y se convierten en un colectivo abstracto “ficcional”.

Se odia a los colectivos previamente desdibujados, a quienes se difama, desprestigia y desprecia»
Jesucristo, histórico y referido por los evangelios, amó a las demás personas con todo su corazón, se sintió tan lleno de compasión que lloró por ellas; amó a niños y niñas, a ancianos y ancianas, a la gente sencilla y humilde, y practicó la empatía y el amor al prójimo a diario con todo el mundo.

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Por lo tanto, quien cree en Él, obligatoriamente, tiene que ser y demostrarse inclusivo. O quizás, Maquiavelo, filósofo padre de la Ciencia Política y figura relevante del Renacimiento, desprestigiado, precisamente por la iglesia, tenía razón cuando señalaba que la religión se introdujo en las sociedades como instrumento de gobierno y manipulación.

La verdadera fe cristiana se construye a partir del amor al prójimo como a sí mismo y parece que, las religiones, manipularan el concepto a conveniencias impensables, amenazando repulsión por ellas al identificarlas con tanta segregación a ultranza.

Por eso, enhorabuena, Procuradora Miriam Germán y PGR.

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