‘Orfeo’ detallista, pero mejorable

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Hijo de Apolo y Calíope, la musica de la Música según la mitología griega, el don de Orfeo no podia ser otro que el de encandilar con su canto y su lira a cuanto ser viviente pudiera escucharlo. No es de extrañar que con este currículum compositores de todas las épocas hayan glosado su figura, máxime teniendo en cuenta que, además, es protagonista de una historia dramática: la bajada a los infiernos para recuperar a su amada Euridice, a condición de que no se gire para mirarla durante la caminata de regresoal mundo de los vivos —condición que, claro está, acaba incumpliendo, porque sin dolor no hay ópera que valga.

Imagen - Orfeo ed Euridice, de Gluck
  • Música:
    C.W. Gluck.
  • Intérpretes:
    H. Rasker, P. Pasztircsak, G. Semenzato. RIAS Kammerchor, Freiburger Barockorchester. R. Jacobs, director.
  • Fecha:
    8 de junio.
  • Lugar:
    Gran Teatro del Liceo, Barcelona.

El Gran Teatro del Liceo ha invitado, en tres años consecutivos, al director René Jacobs a interpretar las óperas que sobre el mito de Orfeo compusieron Telemann (2022), Gluck y Monteverdi (2024). En la segunda entrega de este tríptico, se ha podido revivir una de la que a menudo se habla como revolucionaria, y lo es, pero que por encima de todo contiene una música inspiradísima y unas ganas de transmitir emociones más que evidentes, aunque para ello Gluck tuviese que romper no pocas convenciones.

Frente a la recurrente aria ‘da capo’ típica de la música barroca, Gluck, con un pie ya en el clasicismo, propone una cierta libertad, en la que los coros, duos, y arias se suceden en lo que en su época debió parecer un absoluto desorden y hoy vemos como un ejercicio encantador. Su partitura emana una frescura que pudimos apreciar en las entregadas interpretaciones vocales de Giulia Semenzato y Helena Rasker. La primera dio vida a un Amor ingenuo y juguetón, con una parte muy agradecida en la que lució su voz límpida. Por su parte, la contralto encarnó a Orfeo con un instrumento bellísimo, con un gusto y musicalidad exquisitos. Si alguien necesita un certificado de la calidad de su canto, puede ir directamente a escuchar el sobrecogedor ‘Agnus Dei’ que grabó hace pocos años con Jacobs y la Freiburger. A su lado, no desmereció en absoluto Polina Pasztircsak como Euridice, si bien la brevedad de su papel no deja espacio para demasiado lucimiento.

El RIAS Kammerchor mostró una vez más su valía, aunque la acústica del Liceo no es la mejor para una formación de sus características. La sorpresa más negativa la dio, contra pronóstico, la Freiburger Barockorchester. Entiéndase: sus músicos son excelentes y su versión también lo fue, pero de esta formación esperamos bastante más. Los evidentes desajustes en los metales, sobre todo al inicio de la función, y la actitud de bastantes de sus miembros, que parecían querer estar en cualquier lugar menos sobre ese escenario, restó gancho a una obra que convenció, pero que podría haber quedado mucho más redonda sin esa sensación de ‘bolo’ de una gira emprendida con pocas ganas y con pocos, muy pocos de los grandes maestros titulares de la orquesta entre sus filas. Les hemos escuchado mejores actuaciones en Barcelona.

Jacobs confirmó una vez más que es un excelente director de voces, y un trabajador detallista en los ensayos, si bien en los conciertos se limita a dar las entradas y poco más. No es nada reprochable cuando el resultado musical conjunto es bueno, como fue el caso. Sin hacer ningún alarde, el maestro es capaz de bordar detalles como el momento en que Orfeo canta ‘Placatevi con me’ para apaciguar a los seres infernales. Esa precisión en el engranaje que Gluck establece entre la voz del protagonista, los «¡No!» del coro, el arpa y las cuerdas en ‘pizzicato’ fue uno de los grandes momentos de la noche.

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